Estábamos viendo la televisión una noche cuando de repente llaman a la puerta: "ding-dong, ding-dong"...era la vecina. Le abrimos y nos cuenta alarmada que hay una araña gigante, enorme y horrible en el descansillo, dentro del portal y que salgamos a verla.
Serafín y yo nos miramos como pensando: "tenemos a una loca por vecina", pero decidimos salir y comprobarlo....la vecina tenía razón, era una araña negra enorme, peluda y gorda. La estuvimos observando a unos dos metros de distancia, porque a menos nadie se atrevía ¡no fuera a saltar y comernos vivos!.
Más bien parecía de broma, de esas de goma que venden, que tiene un hilo transparente del cual tiras para hacer como que se mueve. Eso pensaba yo, pero como no vi a ningún vecino tirando de ningún hilo confirmé que lo que se movía era real, real.
La vecina, a su vez, decía que tenía pinta de tarántula super venenosa, y que debía habérsele escapado a algún vecino de un terrario.
Pensamos hasta llamar a la policía...pero al final optamos por intentar solucionarlo nosotros, cogimos de casa la escoba y el insecticida y nos fuimos aproximando con cautela a la bestia...
Pero al darle un poco con la escoba se sacudió y de repente...¡la araña había menguado de grosor! y a su vez el suelo estaba lleno de cientos de arañas enanas que corrían por todos los lados...era completamente asqueroso.
Al final acabamos con la araña a escobazos y a sus crías las fulminamos con el insecticida, que lo gastamos entero en la lucha.
Luego averiguamos que era una araña lobo, la tarántula europea más grande que existe, y autóctona de esta zona, que lleva a sus crías pegadas al cuerpo y solo las expulsa cuando se ve en peligro.